viernes, 30 de marzo de 2012

EL


Cansados de las largas jornadas académicas universitarias mis compañeros y yo decidimos ir de paseo a la playa para así tomarnos nuestro merecido tiempo de relax.

Nuestro destino, la playa, lugar donde el cielo se decora con gaviotas, de arena blanca donde quedan marcadas las huellas que dejamos al caminar, lugar de una brisa que roza nuestro rostro y juguetea con nuestros cabellos, lugar donde nos relajamos escuchando el rugir de las olas del mar.  

Tuvimos un entretenido viaje y llegamos a nuestro destino, nos repartimos en las habitaciones del hotel para dejar el equipaje y nos juntamos para desayunar e iniciar nuestras actividades.

Fuimos en grupo hasta la playa, nos dividimos entre esquí acuático, buceo, pesca deportiva, navegación y tomar el sol, esta última actividad es la que yo escogería, me puse bronceador, extendí mi toalla en la arena  y sobre ella me dejé consentir por la brisa y los rayos del sol.

Me había relajado tanto que me quedé dormida, desperté con la sensación de una mirada sobre mí, me quité las gafas buscando esos ojos penetrantes capaces de inquietarme, de pronto ahí los tenía, negros, profundos, hermosos, su dueño sentado en un lugar estratégico para que nuestras miradas se encontraran.

Era un chico muy sexy, mirada cautivante, sonrisa picara, cabello negro y rizado, dueño de una imagen de esas que se guardan en la memoria, me quedé mirándolo como perdiéndome en sus ojos, en ese momento llegaron mis compañeros obligándome a quitar la mirada de aquel muchacho, me levante y volví con ellos al hotel.

Llegó la noche, fuimos a cenar y teníamos planeado ir a bailar, me alisté para salir, me encontré con mis compañeros en el lobby del hotel y emprendimos camino a la discoteca.

Al llegar nos acomodamos en un área de la disco donde la luz era más tenue que en otras partes, mis amigas y yo empezamos a bailar mientras los chicos se encargaban de las bebidas y algunas picaditas, de pronto sentí esa mirada sobre mi nuevamente y mi presentimiento no falló, ahí estaba él, mi chico de la mirada profunda.

Él estaba bailando sobre la tarima, se había quitado la camisa por el calor y disfrutaba de la música tanto como yo disfrutaba de mirarlo.

Fui a la mesa por una botella de agua y seguí bailando sin dejar de mirarlo, de pronto se fue acercando a mi, me invitó a bailar con él, yo no podía negarme, era lo que estaba esperando, pusieron salsa romántica, él me tomó de la cintura, me apretó contra sí, mis manos fueron a dar a su espalda comenzando a conocerla, él me pidió disculpas por tenerla con sudor, le dije que no me importaba estaba justificado por el calor, nos acercamos a la mesa, él tomó unos cubos de hielo y mientras seguíamos bailando empezó a recorrerme con ellos, primero mis hombros y luego por el camino que dejaba el escote de mi vestido, un wow!!!! no es suficiente para describir las sensaciones que invadieron todo mi cuerpo, no podía quedarme así tenía que recompensarlo, me di modos de tomar la botella de agua mientras lo dejé seguir jugando en mi cuerpo, el frío lejos de alejarme me acercaba a él, de pronto yo estaba regando lentamente el agua en su espalda y sintiendo su agitado respirar, nos olvidamos de la gente que nos rodeaba y sin palabras las caricias comenzaron a formar parte de nuestro baile, él dejo caer el hielo desde mi cuello hasta mi pecho,  yo hice lo mismo pero recogiendo las gotas de agua con mi lengua, me dio la vuelta y quedé de espaldas a él, tomó el agua la regó en mi pecho y disfruto de mirar sobre mis hombros como mis manos la secaban con auto caricias. 

Me puse frente a él nuevamente y lo besé, al sentir sus labios el calor subió aún más, ya no podíamos quedarnos en ese lugar, nuestros cuerpos pedían privacidad, dejamos de bailar, yo fui a la mesa de mis compañeros y él a la de los suyos tomamos nuestras cosas y salimos de ahí.

El hotel donde él estaba hospedado nos quedaba cerca, corrimos tomados de la mano y riendo de la locura que estábamos viviendo, llegamos a la puerta de su habitación me tomó de la cintura y me cargó mientras yo lo rodeaba con mis piernas, entramos directo a la ducha sin quitarnos la ropa, las caricias no dejaban de ser parte de nuestro jugueteo y así nos fuimos desnudando y olvidándonos del mundo.

Sin darnos cuenta, nuestros cuerpos retozaban en las sábanas de su cama, yo sentía sus besos recorriendo cada parte de mi, su lengua erguía mis pezones, él lo sentía y los mordía suavemente, mientras mis manos acariciaban su rizado cabello, besando mi vientre, sus manos no dejaban de sentir mis senos y yo me perdía en el deseo, él no dejaba de bajar ni de besarme, recorrió mis pies, mis piernas con sus besos  y su lengua, hasta llegar ahí, al punto mismo donde la excitación se humedece, la sintió con su boca y luego con sus dedos exploraba dentro de mi, mis gemidos eran un pedido de que siguiera dando rienda suelta a sus caricias y deseos, de pronto lo aleje de mi de un empujón, era hora de ser yo quien saboreara su cuerpo, lo tumbé en la cama tomé la cerveza que estaba en la nevera de la habitación y poco a poco la fui regando en él, su cuello, su pecho, su vientre, sus piernas, eran el recipiente perfecto para que yo la bebiera, me la tomé mezclada con los sabores de su piel, disfrute de cada rincón de él como si lo conociera perfectamente, sentí la dureza de su sexo con mi boca, con mi lengua y necesité tenerlo dentro de mi, cabalgue en su desnudez con fuerza, él me quería tumbada sobre mi espalda, llevó mis nalgas sobre el borde de la cama y apreté con mis piernas su cintura, él se arrodillo sobre el suelo para penetrarme, esa alineación perfecta entre su pene y mi vagina nos proporcionaba sensaciones que nos llevaron al éxtasis, su penetración profunda hizo que una y otra vez yo gimiera con orgasmos llenos de placer, él cerrando los ojos y perdiéndose en el tiempo fuertemente entraba en mi hasta que con un alarido de placer lo sentí regarme por dentro, quedamos extasiados, él sobre mi pecho yo rendida en su cama.

Nos despertamos justo para ver el amanecer desde el balcón de su habitación, luego de tan hermoso paisaje natural tomé un baño, me vestí y  nos despedimos apasionadamente, salí con la promesa de un día volvernos a ver.

Llegué al hotel, mis compañeros estaban listos para viajar a una playa cercana, fui hasta mi habitación tomé mi maleta, me junté con ellos y partimos… todo el tiempo en esta nueva travesía no podía sacarlo de mi mente ni de la sensación que él dejo en mi cuerpo, guardé en mí por mucho tiempo el recuerdo de aquella noche haberme dejado llevar por mi pasión y por ÉL.