Cansados de
las largas jornadas académicas universitarias mis compañeros y yo decidimos ir de
paseo a la playa para así tomarnos nuestro merecido tiempo de relax.
Nuestro
destino, la playa, lugar donde el cielo se decora con gaviotas, de arena blanca
donde quedan marcadas las huellas que dejamos al caminar, lugar de una brisa
que roza nuestro rostro y juguetea con nuestros cabellos, lugar donde nos
relajamos escuchando el rugir de las olas del mar.
Tuvimos un entretenido
viaje y llegamos a nuestro destino, nos repartimos en las habitaciones del
hotel para dejar el equipaje y nos juntamos para desayunar e iniciar nuestras
actividades.
Fuimos en
grupo hasta la playa, nos dividimos entre esquí acuático, buceo, pesca deportiva,
navegación y tomar el sol, esta última actividad es la que yo escogería, me
puse bronceador, extendí mi toalla en la arena
y sobre ella me dejé consentir por la brisa y los rayos del sol.
Me había
relajado tanto que me quedé dormida, desperté con la sensación de una mirada
sobre mí, me quité las gafas buscando esos ojos penetrantes capaces de
inquietarme, de pronto ahí los tenía, negros, profundos, hermosos, su dueño
sentado en un lugar estratégico para que nuestras miradas se encontraran.
Era un chico
muy sexy, mirada cautivante, sonrisa picara, cabello negro y rizado, dueño de una
imagen de esas que se guardan en la memoria, me quedé mirándolo como
perdiéndome en sus ojos, en ese momento llegaron mis compañeros obligándome a
quitar la mirada de aquel muchacho, me levante y volví con ellos al hotel.
Llegó la
noche, fuimos a cenar y teníamos planeado ir a bailar, me alisté para salir, me
encontré con mis compañeros en el lobby del hotel y emprendimos camino a la
discoteca.
Al llegar
nos acomodamos en un área de la disco donde la luz era más tenue que en otras
partes, mis amigas y yo empezamos a bailar mientras los chicos se encargaban de
las bebidas y algunas picaditas, de pronto sentí esa mirada sobre mi nuevamente
y mi presentimiento no falló, ahí estaba él, mi chico de la mirada profunda.
Él estaba
bailando sobre la tarima, se había quitado la camisa por el calor y disfrutaba
de la música tanto como yo disfrutaba de mirarlo.
Fui a la
mesa por una botella de agua y seguí bailando sin dejar de mirarlo, de pronto
se fue acercando a mi, me invitó a bailar con él, yo no podía negarme, era lo
que estaba esperando, pusieron salsa romántica, él me tomó de la cintura, me
apretó contra sí, mis manos fueron a dar a su espalda comenzando a conocerla, él
me pidió disculpas por tenerla con sudor, le dije que no me importaba estaba
justificado por el calor, nos acercamos a la mesa, él tomó unos cubos de hielo
y mientras seguíamos bailando empezó a recorrerme con ellos, primero mis
hombros y luego por el camino que dejaba el escote de mi vestido, un wow!!!! no
es suficiente para describir las sensaciones que invadieron todo mi cuerpo, no
podía quedarme así tenía que recompensarlo, me di modos de tomar la botella de
agua mientras lo dejé seguir jugando en mi cuerpo, el frío lejos de alejarme me
acercaba a él, de pronto yo estaba regando lentamente el agua en su espalda y
sintiendo su agitado respirar, nos olvidamos de la gente que nos rodeaba y sin
palabras las caricias comenzaron a formar parte de nuestro baile, él dejo caer
el hielo desde mi cuello hasta mi pecho, yo hice lo mismo pero recogiendo las gotas de
agua con mi lengua, me dio la vuelta y quedé de espaldas a él, tomó el agua la
regó en mi pecho y disfruto de mirar sobre mis hombros como mis manos la
secaban con auto caricias.
Me puse
frente a él nuevamente y lo besé, al sentir sus labios el calor subió aún más,
ya no podíamos quedarnos en ese lugar, nuestros cuerpos pedían privacidad, dejamos
de bailar, yo fui a la mesa de mis compañeros y él a la de los suyos tomamos
nuestras cosas y salimos de ahí.
El hotel
donde él estaba hospedado nos quedaba cerca, corrimos tomados de la mano y
riendo de la locura que estábamos viviendo, llegamos a la puerta de su
habitación me tomó de la cintura y me cargó mientras yo lo rodeaba con mis
piernas, entramos directo a la ducha sin quitarnos la ropa, las caricias no
dejaban de ser parte de nuestro jugueteo y así nos fuimos desnudando y olvidándonos
del mundo.
Sin darnos
cuenta, nuestros cuerpos retozaban en las sábanas de su cama, yo sentía sus
besos recorriendo cada parte de mi, su lengua erguía mis pezones, él lo sentía
y los mordía suavemente, mientras mis manos acariciaban su rizado cabello,
besando mi vientre, sus manos no dejaban de sentir mis senos y yo me perdía en
el deseo, él no dejaba de bajar ni de besarme, recorrió mis pies, mis piernas
con sus besos y su lengua, hasta llegar
ahí, al punto mismo donde la excitación se humedece, la sintió con su boca y
luego con sus dedos exploraba dentro de mi, mis gemidos eran un pedido de que
siguiera dando rienda suelta a sus caricias y deseos, de pronto lo aleje de mi
de un empujón, era hora de ser yo quien saboreara su cuerpo, lo tumbé en la
cama tomé la cerveza que estaba en la nevera de la habitación y poco a poco la
fui regando en él, su cuello, su pecho, su vientre, sus piernas, eran el
recipiente perfecto para que yo la bebiera, me la tomé mezclada con los sabores
de su piel, disfrute de cada rincón de él como si lo conociera perfectamente,
sentí la dureza de su sexo con mi boca, con mi lengua y necesité tenerlo dentro
de mi, cabalgue en su desnudez con fuerza, él me quería tumbada sobre mi
espalda, llevó mis nalgas sobre el borde de la cama y apreté con mis piernas su
cintura, él se arrodillo sobre el suelo para penetrarme, esa alineación
perfecta entre su pene y mi vagina nos proporcionaba sensaciones que nos
llevaron al éxtasis, su penetración profunda hizo que una y otra vez yo gimiera
con orgasmos llenos de placer, él cerrando los ojos y perdiéndose en el tiempo
fuertemente entraba en mi hasta que con un alarido de placer lo sentí regarme
por dentro, quedamos extasiados, él sobre mi pecho yo rendida en su cama.
Nos
despertamos justo para ver el amanecer desde el balcón de su habitación, luego
de tan hermoso paisaje natural tomé un baño, me vestí y nos despedimos apasionadamente, salí con la
promesa de un día volvernos a ver.
Llegué
al hotel, mis compañeros estaban listos para viajar a una playa cercana, fui
hasta mi habitación tomé mi maleta, me junté con ellos y partimos… todo el
tiempo en esta nueva travesía no podía sacarlo de mi mente ni de la sensación
que él dejo en mi cuerpo, guardé en mí por mucho tiempo el recuerdo de aquella
noche haberme dejado llevar por mi pasión y por ÉL.
Uf buena historia, hasta venía con ritmo, me recordó a las sensaciones q causa Sade. En fin, que buena manera de describir lo que te dejó el... Me encantó tu escrito Negrita. Seré cliente de este blog.
ResponderEliminarBienvenida mi Andre serà un gusto compartir màs historias contigo
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