Son tantas
noches las que hemos compartido, tantas veces que nos hemos amado al amanecer contemplando
las estrellas en algunas ocasiones, en otras simplemente olvidando el mundo
exterior, o escuchando la lluvia tenuemente golpear el cristal empañado por el
mar de nuestra pasión y siento que hoy
no será la excepción para recorrerte una vez más.
Un beso en el
cuello, tus manos en mi cintura, tu cuerpo pegado al mio, tu respiración
siguiendo el ritmo de la mía, tus manos acariciando mis piernas y con sutileza
me dejas sentir la tibieza de tu piel, esos
juegos de miradas, gestos sin palabras, invitaciones tácitas que solamente tu y
yo entendemos en nuestro lenguaje personal
y suavemente me vas abriendo y explorando, buscando encontrar el centro
de mi humedad, mis manos te corresponden buscando la dureza de tu sexo, lo
siento y no me puedo detener, necesito seguir con el juego de caricias para
erguirlo.
Sé que esto será
especial como cada encuentro, como cada entrega, tomas un poco de aceite para
rosearlo en mis senos, ahora con leves caricias los recorres, los masajeas, los
juntas, los distancias, tus dedos juegan con mis pezones, transitan cada
milímetro mientras te responde mi respiración agitándose, te gusta cuando se
ponen duros, los pellizcas suavemente y no puedes resistir morderlos, jugar con
tu lengua en ellos, chuparlos, sentirlos, no paras ahí, el aceite desliza tus
manos a mi vientre lo rozas, lo arrullas, lo disfrutas, lo besas; ahora te detienes, tomas nuevamente el aceite y lo
riegas en mis piernas, en mis pies, me haces presa de tus caricias, con las que
me pierdo en el tiempo, y me vuelves tu esclava, abres con sutileza mis piernas
tus dedos exploran la humedad del camino que te lleva a entrar en mi, y yo me
siento rendida ante ti, ante tu juego, ante el roce de tu piel con cada parte
de mi ser, me llevas al filo de la cama acomodas mi cuerpo a tu conveniencia, a
tu altura, a tu deseo, a tu pasión, a tu urgencia, a la necesidad de arrancar
la poca ropa que llevo y vas entrando en mi una y otra vez, mientras tus manos
no dejan de recorrer mis caderas, tu placer se alimenta de mis gemidos, y yo te
siento muy mío.
Vuelcas tu
cuerpo sobre mi, aún sigues dentro, esta vez no me dejas devolverte el
recorrido que hiciste en mi, apenas me dejas tocar tu cabello, buscar tus
labios, prender mis uñas en tu espalda, posicionas tu pierna entre las mías y
me penetras de costado, frotando tu muslo en mi parte más sensible, aprisionándome
entre tu cuerpo, inmovilizándome a tu antojo mientras me acaricias, me abrazas.
Ahora tu te
sientas en la cama y yo me siento en ti aprieto tu cintura con mis piernas,
ondulando mis caderas para sentirte, lames mis senos, tomas con fuerza mi
cabello, das palmadas en mis nalgas, te recuestas para que yo cabalgue en ti,
pasan los minutos y nos seguimos amando, sintiendo, recorriendo, soy tuya te
siento mi dueño, me has sometido a tus caricias, tus placeres, tus deseos, y me
entrego, lo disfruto, te complazco, y entre el vaivén de mis caderas, la dureza
de tu sexo y los fluidos de pasión, explotamos juntos en orgasmos que nos
embriagan y nos unen en un amor que ha perdurado por años.