Luego de un cansado y feroz día en mis ocupaciones, resulta relajante tomar un baño de tina; y, precisamente ese fue mi pensamiento mientras conducía camino a casa, acompañada por el incesante ruido propio de la urbe. Me distraje por un segundo con la mirada de un hombre en un auto detenido a mi lado en aquel semáforo, me recordaba a mi novio, la profundidad de su mirada conjugada con esa cara de deseo, luego reanude mi marcha.
Recordé que estaría sola, pues mi novio había salido de la ciudad por
cosas de su trabajo, por tanto el plan completo para mi seria, el baño
de tina, luego una película, algo para picar y a dormir.
Llegue a casa, guarde el auto y sin hacer paradas fui directo a mi
habitación mientras en el camino iban quedando abandonadas todas las prendas de ropa que vestía, quería consentirme así que tome sales para mi baño, puse a
llenar la tina, busque mi cd favorito, una copa de vino, velas
aromáticas y listo, ahora solo faltaba sumergirme y disfrutar del
ambiente creado.
Fue una hora muy relajante, "antesala a una noche en la que podía hacer
lo que quisiera", pensé; así que salí del baño mientras me secaba para luego abandonar la toalla sobre alguna silla, fui hacia mi cama, tome
mi crema y pensé que era momento de reconocer mi cuerpo, sentir mis
propias caricias, encontrar aquellos puntos en los que la sensibilidad
lleva al placer, debo reconocer en este punto que esa mirada lasciva movió algo en mí, esa expresión de deseo y ganas me hicieron sentir coqueta, sexy, deseable; pero me encontraba sola y necesitaba descansar, o al menos eso pensé.
Cerré los ojos y comencé a recorrer mi cuerpo lentamente bajo el pretexto de aplicarme la crema humectante que surcaba mi piel; acariciaba mis pechos,
los masajeaba suavemente, con mis dedos sentía lo erguidos que estaban
mis pezones, duros como una roca y rojos, estallando de placer, de deseo, los pellizcaba, mientras imaginaba que eran las manos de mi
novio las que me tocaban, bajaba poco a poco para sentir mi vientre, mi ombligo, iba
poco a poco reconociendo cada parte de mi, acariciando mi desnudez, disfrutando de mi piel, embriagándome en el aroma de mi piel combinada con el dulce olor de mi crema humectante; me fui poniendo húmeda, sentía mis entrañas latir mientras mis
manos bajaban y mis dedos llegaron a explorar lo mas íntimo y sensible
de mi, acariciaba mi clítoris, mis labios vaginales y disfrutaba de la
humedad que sentía, mis piernas abiertas se tensaban y mi cuerpo dejándose explorar,
estaba tan perdida en mis propias caricias, lanzando gemidos de placer,
con los ojos cerrados para concentrarme en el éxtasis de mi propia exploración, en mi mente el cuerpo de mi amado, su voz en mis oídos susurrando mil cosas que me encendían más y más, estaba tan inmiscuida en mi tarea, que no me di cuenta que mi novio había llegado y estaba frente a la
cama observándome, disfrutando el espectáculo y sobre todo encendiendo el fuego de su pasión que empezaba a hacer notoria su erección... De pronto sentí una boca besando suavemente los
dedos de mi pies, sus dientes erosionando mi piel, enviando escalofríos que electrizaban mis piernas y provocaban un río de placer en mi vagina, si necesidad de abrir los ojos yo podía reconocer la
dulzura de esos labios, la pasión de esas mordidas y la agitada respiración de Fernando que fue subiendo a besos por mis piernas
mientras su manos las torneaban como si las modelaran, yo retozaba mi
cuerpo en la sábana, mis manos seguían explorando los fluidos de mi
interior a un ritmo frenético, el tenia su lengua jugueteando con mis firmes pezones, mientras la punta de sus dedos recorría mi espalda suavemente para enterrarse en un firme agarrón de mis nalgas, elevando mi pelvis, mi mano
tomo su cabello, para presionar su cabeza sobre mi como obligándolo a
morder mis pesones, sin soltarlo y sin abrir mis ojos sentí su respirar mas
cerca, sus besos en mi cuello, una de sus manos abriendo mi vagina para
que mi mano la pudiera tocar.
Ahora quiero recorrer su cuerpo mientras quito su camisa y tengo su
profunda mirada sobre mi, muerdo su boca, siento su lengua dentro de la
mía, mis manos abren su pantalón sienten lo duro de su miembro, no me
puedo contener, voy bajando con mis besos, estoy de rodillas frente a
el, tomo su miembro entre mis manos y lo dirijo a mi boca, Fernando toma
mi cabeza y enreda mi cabello en sus manos empujándome hacia el, como
obligándome a masturbarle con mi boca, escucho sus gemidos, siento su
fuerza, y el latir de su miembro entre mis labios. Me pide que deje de hacerlo, me toma de las manos y me pone de
pie, me empuja en la cama, abre mis piernas y entra en mi, lo hace con
fuerza, lo siento duro, lo miro muy excitado, toma mis pechos
fuertemente con sus manos, los golpea, gime, me gusta lo que hace, sin
salir de mi posa su cuerpo sobre el mio y en un rápido movimiento quedo
sobre el, y cabalgo a mi hombre, y lo siento entrar y salir de mi, el
ahora golpea mis nalgas, luego toma mis caderas para dirigir el ritmo de
mis movimientos a su gusto.
Fernando se sentó en el borde de la cama ligeramente recostado, yo me apoye en su pecho con
los pies sobre la cama y las rodillas flexionadas provocando un
movimiento de vaivén profundo y delicioso que nos estaba volviendo locos mientras el acariciaba mi pecho, mi clítoris y yo
disfrutaba de su penetración profunda, de sus ocasionales mordidas al lóbulo de mis oídos y sus palabras que me excitaban hasta la locura.
Sin palabras, solo caricias, nos entregamos mutuamente a una pasión
desenfrenada, nos amamos una y otra vez hasta quedar agotados de placer,
los dos tendidos en la cama, empapados de fluidos de amor.