Quien diría que en sus brazos loca de amor me
volvería
Que mis instintos más bajos con él los desataría,
Que perdería el sentido del tiempo,
Cada vez que disfrutaba de su cuerpo
…Lo vii por primera
vez en un sitio muy particular, nos
presentaron y desde ese instante quedé cautivada por su forma peculiar de
mirarme como si escudriñara mi alma, mi interior, traía puesto un traje negro,
camisa blanca y una corbata azul, que hermosa imagen, elegancia, carisma y una
sonrisa conjugados en una misma estampa que yo no olvidaría jamás.
No se si fue el destino o una hermosa casualidad
verlo en aquel centro comercial, al que fui tan solo por matar el rato, el
tiempo hizo que nos encontremos de nuevo y comenzamos a charlar, a compartir y
descubrir afinidades, la química que desarrollamos hacia que le tenga una
confianza enorme, de pronto yo estaba contándole mis más íntimos secretos, mis
alegrías, mis logros y mis pesares y cuando estaba acongojada él siempre
encontraba palabras dulces y ocurrentes para de mi tristeza sacarme, me podía
pasar eternamente charlando con él, su compañía me hacia perder la noción del
tiempo, era mi desahogo, mi confidente, el amigo perfecto.
Sin miedo le confesaba la existencia de mis amores indiscretos, le conté una historia y lejos de juzgarme me escuchaba y luego sus andanzas me confesaba nuestras charlas conjugaban risas, llantos y secretos compartidos, sin duda se había convertido en mi mejor amigo.
Cuando lo conocí gozaba de ser un hombre casado, nunca se cruzó por mi mente que entre los dos algo más allá de las confidencias y desahogos podía pasar, el tiempo siguió su paso; compartíamos nuestras cosas, nuestras historias, nuestras locuras… desarrollando aquella complicidad que nos permitía tener nuestros propios códigos, nuestras formas privadas de comunicarnos; un día me dijo que se había separado, que quería charlar con alguien que ahora entraba a una etapa de nuevo soltero, quería distraerse, me pidió que fuera a verlo, no pude negarme y acepté; aún con esa noticia mi mente, escapaba en imaginar lo que pasaría.
El, para mi ya era muy especial, por todo lo que habíamos compartido, una noche fue mi compañía durante un largo viaje, claro esto gracias a la tecnología que durante los últimos meses era el medio perfecto para mantenernos unidos, la luna, las estrellas iluminaban el cielo y con los parajes que adornaban el filo de la carretera se convertían en testigos de nuestra charla, y entre bromas y retos surgió la idea de vernos.
Yo pasaría dos días fuera de la ciudad, transcurría el tiempo y no podía esperar a tenerlo cerca, el corazón de manera diferente me latía, no importaba si era o no lo correcto, ni siquiera importaba lo que pasaría, solo poder estar cerca de él me llenaba de alegría, ahora cuando ya todo ha pasado, entiendo que era como el presagio de todo lo que para mí él significaría.
Sentí el tiempo pasar tan lento, pero por fin llegó el esperado día, era tanta mi ansía de ir a verlo, de abrazarlo, de besarlo, de estar a su lado, yo estaba dispuesta a olvidar el mundo que me rodeaba cuando lo tuviera cerca, parecía una adolescente en su primera cita, una emoción inexplicable y a la vez el temor de que él no llegara a encontrarme.
Al bajar del avión sentí el viento rozar mi cara, suaves olores llegaban a mi, no se de donde provenían solo sé que me hacían sentir segura, en una atmosfera especial, desperté de ese breve sueño, manteniendo la emoción de que estaba a minutos de tenerlo cerca, de correr a sus brazos, de que él sienta el calor de mi cariño, que mi presencia sea su calma; y también en el fondo quería ver al hombre que me resultaba tan atractivo, tan encantador, era el momento de enfrentar a mis deseos y a lo que todos pueden decir no era lo correcto, pero pudo más la necesidad de ese abrazo, del calor de aquel hombre que se había convertido en mi remanso, había disfrutado de su lejana compañía, que no me podía escapar a vivir su cercanía.
Salí hacia la ruidosa calle, llena de sensaciones inexplicables, perdí el sentido del tiempo y solo esperaba que él llegue a mi encuentro.
Estaba ahí esperando por mi, subí a su auto y me sentí como aquella joven que se encuentra con su novio a escondidas y no sabe como actuar ni que decir, lo tenía tan cerca como quizá muchas veces lo deseé pero me negaba a decirlo porque no era correcto verlo como algo más que un amigo.
Nos dirigimos a un restaurante, muy discreto, solicitamos una mesa y un par de bebidas, nos fuimos relajando y platicando de como se dieron las cosas, me tomó de la mano y con ese tierno gesto sentí un deseo que invadía mi piel, mi intuición explotaba y me decía que el sentía el mismo deseo que yo quise callar, que quise contener.
Lo miré fijamente y esa mirada transmitió tanto, que él lo comprendió, salimos inmediatamente y sin palabras sabíamos a donde llegar, y en ese lugar donde los amantes dan rienda suelta a sus deseos fuimos dos más de ellos, al sentir sus besos y caricias me envolví en los deseos de ser suya y aquella noche me sentí más mujer que nunca.
Lo tenía frente a mi, tan hermoso, tan perfecto, con la libertad de recorrer cada espacio de su cuerpo y dejarme llevar por sus deseos, sin limitaciones, sin remordimientos ni culpas, justo como varias noches a solas lo había imaginado cuando mis manos recorrían mi cuerpo y mi mente se convencía que eran las suyas, pero hoy era real, él estaba frente a mi y manoseaba mis pechos mientras con su boca recorría mi cuello, yo sentía su masculinidad erguida mientras llena de excitación me humedecía y mi lengua ansiosa buscaba la suya, empezó a quitarme la ropa y yo a él sin dejar de besarnos, desnudos me tomó con fuerza y me elevo, mis piernas rodearon su cintura y sentí como entraba en mi, la humedad que yo tenía en mi lo facilitaba, empezamos la batalla de la entrega carnal, camino hacia la cama donde retozamos nuestros cuerpos entre las sábanas, bebí sus manjares y quede extasiada, era tan hermoso, tan bello y dentro de mi lo disfrutaba.
Salí hacia la ruidosa calle, llena de sensaciones
inexplicables, perdí el sentido del tiempo y solo esperaba que él llegue a mi
encuentro.
Sentir su tibio aliento, su respirar cerca de mi, erizaba mi piel, sus manos y su boca eran instrumentos sensitivos capaz de agasajar mis mas bajos instintos fui suya aquella noche, él me llenó de placer y se prendió profundamente en todo mi ser, no solo me hizo el amor, también se robo parte de mi corazón.
La vida tenía que seguir, sabíamos que aunque
ahora tuvimos ese momento de placer, no estábamos destinados a más que ser
cómplices lejanos, él por su lado y yo por el mío, pero el encanto de aquella
noche permitió más encuentros furtivos.
Habíamos encontrado el lugar perfecto, me escapaba algunas noches para ser parte de sus deseos, entre vino y frutas se conjugaban nuestros cuerpos y nos amábamos tanto aunque fuera corto el momento.
Tenía que poner los pies sobre la tierra y asimilar la realidad, esto un día tendría que terminar, él encontraría a la mujer con quien su vida compartiría, y yo me tendría que apartar, era duro aceptar la idea pero yo nada podía hacer pues yo no le podía ofrecer más que un amor camuflado y momentos de placer.
Me enamoré locamente de ese hombre maravilloso, me propuse disfrutar al máximo cada momento a su lado, mientras nuestros destinos no tengan que ser separados.
Nuestros cuerpos se amoldaban perfectamente, mis deseos más escondidos por el eran complacidos, disfrutaba de sus caricias, sus besos y sus mimos, tenerlo desnudo a mi lado era un placer divino, me encantaba recorrer su cuerpo con mi boca y con mis besos, besar su masculinidad mientras el acariciaba mi cabello.
No importa si era la ducha, una tina de baño, o una cama, todo lugar era perfecto para moldear con caricias nuestros cuerpos, cabalgaba en su desnudez, me sometía a sus deseos, disfrutaba de ser su mujer y beber las mieles de su cuerpo.
Pasaba el tiempo y feliz me sentía viviendo con él mis fantasías y dormía extasiada de amor en sus brazos sin pensar que esto un día terminaría.
Un día, tras una larga ausencia, me dio la noticia que había estado saliendo con alguien, que todo iba bien y a vivir con ella se mudaría, mi corazón quedó destrozado y decidí apartarme de su lado, aquella historia de dos amantes a su fin había llegado, no podía exigir yo nada, porque no tenía mas que brindar y el amor que yo le tenía, deseaba que el tuviera una vida de mucha felicidad.
Pasó el tiempo y decidí guardar nuestros momentos juntos como un hermoso recuerdo, él sería para siempre el hombre que ame en secreto, que me hizo feliz en cada encuentro, el que por instantes era dueño de mi cuerpo, mi ser y mis pensamientos.
Mi deseo pudo más que la mesura de mi corazón y regresé a sus brazos para seguir a escondidas disfrutando de su amor, nuestros encuentros son más distantes en tiempo, pero no han dejado de ser como el cumplimiento de los más hermosos y eróticos sueños.
Se que un día esta historia podría terminar, que ese maravilloso hombre se aparte de mi lado y aunque el corazón me duele al pensarlo, he tomado una decisión la de entregarle a él por completo mi alma, mi cuerpo y mi corazón mientras su deseo por mi siga despierto y yo pueda amarlo, recorrer su cuerpo y su alma, complacernos y ser felices cuando estamos juntos aunque sea solo por momentos y con distantes encuentros.
No me importa si alguien critica el amor que por él siento, yo quiero ser feliz y amarlo mientras me permita el tiempo.