jueves, 17 de mayo de 2012

Sometida


Son tantas noches las que hemos compartido, tantas veces  que nos hemos amado al amanecer contemplando las estrellas en algunas ocasiones, en otras simplemente olvidando el mundo exterior, o escuchando la lluvia tenuemente golpear el cristal empañado por el mar de nuestra pasión y siento que  hoy no será la excepción para recorrerte una vez más.
Un beso en el cuello, tus manos en mi cintura, tu cuerpo pegado al mio, tu respiración siguiendo el ritmo de la mía, tus manos acariciando mis piernas y con sutileza me dejas  sentir la tibieza de tu piel, esos juegos de miradas, gestos sin palabras, invitaciones tácitas que solamente tu y yo entendemos en nuestro lenguaje personal  y suavemente me vas abriendo y explorando, buscando encontrar el centro de mi humedad, mis manos te corresponden buscando la dureza de tu sexo, lo siento y no me puedo detener, necesito seguir con el juego de caricias para erguirlo.

Sé que esto será especial como cada encuentro, como cada entrega, tomas un poco de aceite para rosearlo en mis senos, ahora con leves caricias los recorres, los masajeas, los juntas, los distancias, tus dedos juegan con mis pezones, transitan cada milímetro mientras te responde mi respiración agitándose, te gusta cuando se ponen duros, los pellizcas suavemente y no puedes resistir morderlos, jugar con tu lengua en ellos, chuparlos, sentirlos, no paras ahí, el aceite desliza tus manos a mi vientre lo rozas, lo arrullas, lo disfrutas, lo besas; ahora  te detienes, tomas nuevamente el aceite y lo riegas en mis piernas, en mis pies, me haces presa de tus caricias, con las que me pierdo en el tiempo, y me vuelves tu esclava, abres con sutileza mis piernas tus dedos exploran la humedad del camino que te lleva a entrar en mi, y yo me siento rendida ante ti, ante tu juego, ante el roce de tu piel con cada parte de mi ser, me llevas al filo de la cama acomodas mi cuerpo a tu conveniencia, a tu altura, a tu deseo, a tu pasión, a tu urgencia, a la necesidad de arrancar la poca ropa que llevo y vas entrando en mi una y otra vez, mientras tus manos no dejan de recorrer mis caderas, tu placer se alimenta de mis gemidos, y yo te siento muy mío.
Vuelcas tu cuerpo sobre mi, aún sigues dentro, esta vez no me dejas devolverte el recorrido que hiciste en mi, apenas me dejas tocar tu cabello, buscar tus labios, prender mis uñas en tu espalda, posicionas tu pierna entre las mías y me penetras de costado, frotando tu muslo en mi parte más sensible, aprisionándome entre tu cuerpo, inmovilizándome a tu antojo mientras me acaricias, me abrazas.

Ahora tu te sientas en la cama y yo me siento en ti aprieto tu cintura con mis piernas, ondulando mis caderas para sentirte, lames mis senos, tomas con fuerza mi cabello, das palmadas en mis nalgas, te recuestas para que yo cabalgue en ti, pasan los minutos y nos seguimos amando, sintiendo, recorriendo, soy tuya te siento mi dueño, me has sometido a tus caricias, tus placeres, tus deseos, y me entrego, lo disfruto, te complazco, y entre el vaivén de mis caderas, la dureza de tu sexo y los fluidos de pasión, explotamos juntos en orgasmos que nos embriagan y nos unen en un amor que ha perdurado por años.