domingo, 1 de abril de 2012

Una visita inesperada

Era uno de esos días en que el trabajo había copado mi día, me encontraba sentada exhausta en mi oficina con algunos pendientes, me sentía cansada quería terminar con todo para poder correr a casa tomar un baño, leer un buen libro, una copa de vino rojo, música suave, quizás algo de Jazz y finalmente rendirme en los brazos de Morfeo.

Me fundí en las lecturas de mis documentos frente al computador, perdí totalmente la noción del tiempo, ya todos habían salido de la empresa, me había quedado sola y el silencio contribuyó a que mi concentración sea completa, de pronto se abrió la puerta de mi oficina y entro por ella Julián, que era uno de los mejores clientes de la empresa y dueño de una concesionaria de autos para la cual diseñábamos la publicidad, sin que me diera cuenta su perfume con notas de madera y cuero se fundió en mi olfato y me despertó en parte del letargo de mi trabajo, no fue si no hasta ese instante que me percaté de que a parte de su jovial carácter, tenia una sonrisa cautivadora, una mirada penetrante y un encanto natural, iba con un traje azul marino que resaltaba su cabello negro y bien cuidado, era todo un ejecutivo, amable, culto… seductor.

Aún me quedaban tareas y no sabía que hacía Julián ahí a esas horas de la noche, intenté atenderlo sin dejar de hacer por completo mi trabajo, le pedí que me disculpe y tomara asiento que yo lo escucharía, pero que me diera unos minutos mientras terminaba un informe, el accedió, quise terminar el informe de inmediato para poder atenderlo pero no deje de sentir que Julián me miraba detenidamente como estudiando cada parte de mi, pero esto lejos de incomodarme me dió una extraña satisfacción. 

No concluía mi trabajo cuando Julián se puso de pie, se  fue acercando hasta quedar justo detrás  del sillón donde me encontraba y dijo, creo que has trabajado mucho hoy, permíteme ayudarte un poco.

No me negué a su ofrecimiento,  seguí ocupándome de mis cosas mientras Julián masajeaba mis hombros con sutileza y fuerza al mismo tiempo, no podía negar la eléctrica sensación de su tacto a milímetros de mi piel, apenas rozaba mi cuerpo me hacía estallar en sensaciones multicolor que nublaban mis demás sentidos, comencé a soltar mi cuerpo dejando que la fricción de sus manos con mi piel me sometiera al disfrute del momento, mi piel reaccionaba a su suave toque como una bien afinada maquinaria bajo el experto toque de quien mejor la conoce, y Julián me exploraba de tal manera que descubría todos los secretos de mi piel; poco a poco sus manos descendieron hasta llegar a mis pechos y aún sobre la seda de mi blusa sentía la tibieza de sus dedos, fue imposible evitar que mis pezones reaccionaran firmes ante los sutiles movimientos, cerré mis ojos y me entregué  a sus caricias olvidándome del tiempo.

Sin palabras, sin miradas,  apenas con mi respiración entrecortada y mis casi imperceptibles gemidos, fui asintiendo a lo que quería mi cuerpo, tenia los labios de Julián en mi cuello, sus manos abriendo mi blusa y las mías acariciando su cabello nerviosas y ansiosas, mi sillón como entendiendo lo que sucedía cedió su espaldar, Julián se puso frente a mi y el camino que dejaron sus manos ahora él lo seguía con sus besos, mis senos habían quedado descubiertos y él con su lengua saboreaba la erección que encontraba en ellos y con sus manos amasaba la dureza que había provocado mi excitación, fue bajando por mi vientre y mis piernas se fueron abriendo sentí sus dedos ahora explorando mis adentros, cuando de pronto con fuerza arranco mi ropa interior que yacía ahora húmeda y destrozada en el piso de mi oficina.

La humedad que había en mi, delataba mi excitación, Julián estaba desenfrenado y parecía deleitarse sintiendo el resultado de sus caricias, sentí sus besos, mientras el aroma de mi sexo llenaba nuestros sentidos, su lengua exploraba cada milímetro de mi, él sabía lo que mi cuerpo pedía o me tocaba con tal maestría que eso sentí, me incorpore tratando de no detener sus caricias y volteándome hacia él, mi ser ahora necesitaba conocerlo, explorarlo, deleitarme con su cuerpo en retribución a lo que sentía en ese momento. Tomó su cuerpo mi lugar en el sillón y seguí paso a paso la recién aprendida lección, desabotoné su camisa, y mientras yo disfrutaba de su aroma y mis labios de rozar su piel, mis manos iban despojándole de su pantalón, devolví con sutileza y énfasis cada caricia y cada beso, descubrí que mis uñas en su piel causaban la misma electricidad que su tacto en mi ser, y con saña empleaba esa arma por todo su cuerpo, poco a poco llegue a su  miembro, sintiendo su erección, no pude contener mi lengua que empezó a recorrerlo en todas direcciones, a succionarlo, a hacer que su cuerpo se arquee como un resorte por el placer que le estaba brindando, los dos estábamos envueltos de pasión, me tomo en sus brazos y botando de lado libros y papeles dimos rienda suelta a nuestros bajos instintos; se incorporó frente a mi y con sus manos en mi cintura me dio la vuelta, quede de espaldas a él y me empujó sutilmente para que mi cuerpo quede a su merced mientras mi aliento dibujaba etéreas figuras en el vidrio de mi escritorio, lo poco que quedaba de mi labial se impregnaba en el mueble mientras Julián hábilmente separaba mis piernas y me poseía con furia, con velocidad y firmeza y eso me enloquecía de placer.

Sin dejar de besarnos, los gemidos se apoderaron de nuestra conciencia, él estaba dentro de mí y seguía transitando por mi cuerpo con sus caricias, el escritorio se convirtió en el lugar perfecto para amarnos, para deleitar nuestros cuerpos de mil maneras en contorsiones que no supe que existieran hasta ese mismo momento, entregándolo todo sin miedos, sin pudores, con total conciencia, con placer, solo disfrutando de juntarnos en ese encuentro intenso y furtivo.

La fogosidad nos gobernaba y en el fragor de la batalla que el desencadenaba en mi se tornaba mas fuerte, mis ojos se nublaban de placer y empecé a sentir los estertores de un orgasmo enorme y consecutivo recorrerme desde la espina dorsal, explotamos de placer perdiéndonos en un mundo de orgasmos y satisfacción, que nos dejaron rendidos en un amor de momento.

-          Jamás supe por qué Julián llegó a mi oficina esa noche, pero sé que de manera inesperada tuve una de las noches más ardientes de mi vida.

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